Mogwai

miércoles, 26 de marzo de 2008
Mogwai es un grupo escocés que se suele englobar en el género del post-rock, y aunque no lo descubrí hasta hace poco tiempo, ya no me puedo sacar su música de la cabeza. Éstas son dos de las canciones que más me gustan de Mr Beast (2006), su último álbum hasta el momento.

Travel is dangerous


Friend of the night

A chance to believe

martes, 25 de marzo de 2008
If umbrellas were used to fly in the rain
If right words could be brought for what you want to say
If good past memories could be come true again
There would be a chance to believe...

If trains walked along endless hopeful tracks
If you looked at the sky and didn't find it dark
If thinking in the future were not getting sad
There would be a chance to believe...

If the sun shone without going so far as to burn
If everything you wish could always be earned
If the words you need didn't get lost in the air
There would be a chance to believe...

If this bittersweet time were stopped and never died
If mirrors could draw what you are carrying inside
If the greatest love you can feel were somehow replied
There would be a chance to believe...


Si los paraguas sirvieran para volar bajo la lluvia,
si vinieran palabras adecuadas para lo que quieres decir,

si los buenos recuerdos se hicieran realidad de nuevo,

habría una oportunidad para creer.


Si los trenes caminasen por interminables vías de esperanza,

si mirases al cielo y encontraras algo más que oscuridad,

si pensar en el futuro no conllevara entristecerse,

habría una oportunidad para creer.


Si el Sol brillara sin que llegase a quemar,

si con el trabajo pudiera lograrse lo que se desea,

si las palabras que necesitas no se perdiesen en el aire,

habría una oportunidad para creer.


Si este tiempo agridulce fuese detenido y nunca muriera,

si los espejos pudieran dibujar lo que llevas dentro,

si el amor más grande que puedes sentir fuera de algún modo correspondido,

habría una oportunidad para creer.

Frases célebres

sábado, 22 de marzo de 2008
"Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos". Antoine de Saint-Exupery (1900-1944), escritor y aviador francés.

"El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida". Federico García Lorca (1898-1936), poeta y dramaturgo español.

"La esperanza es un espejo colgado en el futuro". Max Jiménez (1900-1947), artista costarricense.

"Vivir consiste en construir futuros recuerdos". Ernesto Sábato (1911-), escritor argentino.

"Nunca se da tanto como cuando se dan esperanzas". Anatole France (1844-1924), escritor francés.


"La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón". Magdalena Martínez (1963-), flautista española.

"Estaba furioso de no tener zapatos; entonces encontré a un hombre que no tenía píes, y me sentí contento de mi mismo". Proverbio chino.

"El amor es lo único que crece cuando se reparte". Antoine de Saint-Exupery (1900-1944), escritor y aviador francés.

"No sabe más el que más cosas sabe, sino el que sabe las que más importan". Bernardino Rebolledo (1597-1676), militar, poeta y diplomático español.

"Uno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro, sí, y ésa fue su condena". Robert Burton (1577-1640), escritor y clérigo inglés.

"Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua". Antoine de Saint-Exupery (1900-1944), escritor y aviador francés.

"Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección". Antoine de Saint-Exupery (1900-1944), escritor y aviador francés.

"Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón". Marguerite Yourcenar (1903-1987), escritora francesa.

"Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente". Blaise Pascal (1623-1662), científico, filósofo y escritor francés.


"Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces". Marco Valerio Marcial (40-104), poeta latino.

"El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados". Jean Paul (1763-1825), escritor y humorista alemán.

"La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella". Anónimo.

"Añorar el pasado es correr tras el viento". Proverbio ruso.

"Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde". René de Chateaubriand (1768-1848), diplomático y escritor francés.

"El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene". Blaise Pascal (1623-1662), científico, filósofo y escritor francés.

"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió". Joaquín Sabina (1949-), cantautor y poeta español.


"Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres". Pitágoras de Samos (582 a.C.-496 a.C), matemático, filósofo y místico griego.

"El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, y el realista ajusta las velas". William George Ward (1812-1882), escritor y teólogo inglés.

"Cuando veas una pequeña luz brillar, ¡síguela! Si te dirige al pantano, pues ya saldrás de él. Pero si no la sigues, toda tu vida vivirás arrepentido al no saber si ésa era tu estrella". Séneca (4 a.C.-65 d.C.), filósofo romano.

"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños". Eleanor Roosevelt (1884-1962), defensora de los derechos sociales, diplomática y escritora estadounidense, esposa del presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt.

"Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar". Khalil Gibran (1883-1931), ensayista, novelista y poeta libanés.

Viaje sin retorno hacia el Sol

miércoles, 19 de marzo de 2008
Hasta hace un tiempo, mi vida consistía en trabajar cada día mi pequeña posesión de tierra en las afueras de Mokvyn, en el Óblast de Rivne. Cuando pienso en aquella época, no recuerdo que tuviera grandes problemas ni preocupaciones; simplemente, vivía, y creo que se podría decir que era un hombre feliz. Sin embargo, todo esto cambió una noche de octubre, pero no el octubre del año pasado, sino el anterior (vaya, casi año y medio, no sabía que ya hubiera pasado tanto tiempo…). Esa noche tuve un sueño muy extraño, en el que anunciaba a mis amigos desde mi huerto que quería encontrarme con el Sol, y que caminaría hacia el Oeste hasta encontrar el punto donde cada tarde se fundía con la Tierra. El sueño rayaba de manera increíble lo real, jamás había soñado con unas caras tan vívidas como las de estupefacción y escepticismo de quienes me escuchaban, o con un escenario en el que los colores y formas cobraban una dimensión más allá de la onírica.

Cuando me desperté, sentí que algo en mí había cambiado. Ese sueño me había afectado de manera irremediable, me había aturdido para siempre, aunque al principio no era consciente de cómo sus efectos se perpetuarían en el tiempo. Caminar para tocar el Sol, vaya tontería, pensaba al principio. Pero no podía pensar en otra cosa, cerraba los ojos con la intención de olvidar y sus rayos invadían mis pensamientos. La imagen de compartir un horizonte con el Sol se instaló en mi cabeza, y yo sólo pude pensar desde entonces en hallarme directamente bajo su luz.
Tardé como unos cuatro días en aceptar lo inevitable; mi único objetivo en la vida se había convertido, de la noche a la mañana (nunca mejor dicho) en llegar hasta el Sol. Sentía que el aire del pueblo, ese aire que había respirado desde niño sin mayores problemas, me quemaba por dentro; me encontraba demasiado lejos del Sol, y no podía soportarlo. Así que dejé mi casa, mi tierra, y emprendí un viaje hacia el oeste, esperando algún día encontrarme con el astro rey al alcance de mi mano.
Hasta ese momento, apenas había viajado (de hecho nunca había salido de Ucrania), pero no tuve miedo al comenzar mi travesía. Lo único que temía (y sigo temiendo) era no poder llegar hasta el Sol, que llegase un día en el que ya no pudiese seguir caminando, en el que mi sueño quedase enterrado para siempre. La idea de que no me pudiera encontrar con el Sol me asfixiaba cada vez que invadía mi cabeza, me robaba mi sueño de seguir adelante, pero intentaba deshacerme de ella con una imagen de la que podía disfrutar en bastantes jornadas: una maravillosa puesta de Sol, que yo contemplaba hasta que la estrella parecía darse cuenta de que le clavaba la mirada, y como respuesta me hería con sus rayos en los ojos. Pero yo miraba, siempre que podía miraba, y nunca me cansaba de mirar y de imaginarme cerca de él, dormitando entre su luz, atrapado en su cálida telaraña.
En los primeros meses caminé por las estepas de la Europa oriental, por lo que en casi todos los anocheceres podía disfrutar con la maravillosa estampa del Sol despidiendo un día más. Siempre intentaba trazar mi recorrido por los lugares más llanos, para que no hubiera obstáculos que se interpusieran entre el Sol y yo. Durante ese tiempo no tuve demasiados problemas con las montañas; de vez en cuando me tapaban el Sol, pero no por mucho tiempo, así que no fue demasiado difícil soportarlo. Sabía que, con un poco más que caminase, superaría la montaña y volvería a encontrarme con una llanura en la que el Sol podría arroparme, aunque a lo lejos, cada noche. Pero en la primavera pasada empecé a divisar en mi camino unas cumbres muy elevadas, como nunca las había visto. A pesar de coincidir con la época del deshielo todavía estaban nevadas, y no se presentaban nada fáciles de atravesar. Contemplándolas a lo lejos, empezaba a presagiar lo peor; temía que, entre esas afiladas montañas no se pudiera vislumbrar el Sol, temía que sus rayos no pudieran incidir cada anochecer en sus colinas, condenadas por su situación a una oscuridad que no parecía importarles en absoluto. Pero, para mí, cada día que debía conformarme sin ver el Sol perdido en el horizonte se convertía en un auténtico infierno, un infierno de oscuridad.
Tardé unos tres meses en atravesar aquellas montañas, llamadas los Alpes, y ese tiempo fue, sin duda, el peor de toda mi vida. Como me temía, las cumbres, con su implacable solidez, me robaban cualquier posibilidad de disfrutar de una puesta de Sol, y yo me deshacía caminando por valles y colinas que no parecían terminarse nunca. Después de llevar treinta días sin contemplar el Sol perdiéndose en el horizonte, sentí que mis fuerzas me abandonaban, que no podía seguir viviendo sin renovar pronto su imagen. Supliqué a Dios que me ayudase, que me regalase aunque fuera una sola puesta de Sol, que eso me llegaba para soportar la travesía por la cordillera. Y a los tres días mis ruegos debieron de ser escuchados, porque, desde una de las cimas más altas, la imagen del Sol volvió a acariciarme como en épocas pasadas. Fue un solo día, y el horizonte era dificultosamente visible, pero ese recuerdo me sirvió para que el descenso de las montañas fuera más llevadero, para que creyese que de vez en cuando mis sueños podían cumplirse, y quizás algún día lograse, finalmente, hacer realidad mi deseo más profundo: llegar hasta el Sol.
Cuando por fin logré atravesar la cordillera, ya había llegado el otoño. Me sentía inmensamente feliz: había logrado vencer esas montañas que parecían insalvables, y podía disfrutar otra vez todos los días de una estampa soleada que me animaba a seguir adelante, que otorgaba a mi existencia un ligero sentido. Era consciente de que me quedaban más sierras en mi trayecto (empezaba a divisar los Pirineos en la lejanía), pero ya sabía que sería capaz de superar cualquier barrera montañosa en el camino, que no pasarían más de un par de semanas sin contemplar el maravilloso espectáculo que precisaba para mi supervivencia. Sin embargo, ya entonces empecé a ser consciente de que, tarde o temprano, me tendría que encontrar con un obstáculo difícilmente superable: el mar. Cuando comencé el viaje no me detuve a pensar qué ocurriría cuando hubiese recorrido toda Europa, cuando llegase a su extremo occidental, y ya no tuviera más camino para andar. En los últimos meses he entablado amistad con algunas personas a lo largo de mi trayecto, y todas coincidían en que tenía que ir haciéndome a la idea de que llegaría algún día al mar, que no podía taparme los ojos ante un destino que se presenta como inevitable. Pero, a pesar de que tengan razón, yo no puedo aceptar un futuro en el que me quede por siempre lejos del Sol, no soy capaz de soportar esa idea, así que, cada vez que la imagen del mar invade mis pensamientos y me ahoga, intento alejarla de mi cabeza y concentrarme en el recuerdo de la última puesta de Sol que he podido contemplar.
Estos días me encuentro caminando entre montañas, ya en la Península ibérica. Pero no me inquietan demasiado, sé que en pocas jornadas lograré sortearlas y descubriré de nuevo el Sol. Es mucho peor pensar en que apenas me esperan un puñado de llanuras antes de que mi travesía se vea inevitablemente cortada por el inmenso océano. En los últimos días, ni siquiera las puestas de Sol fueron capaces de consolarme ante el destino que me espera, es más fuerte la angustia que me inunda al sentir que permaneceré durante toda mi vida lejos del Sol que los bellos anocheceres que suele brindar al mundo cada día. Y no sé qué voy a hacer entonces, cuando llegue ese temido momento en el que ya no pueda seguir caminando, y me vea forzado a aceptar la realidad, cuando me encuentre totalmente solo, frente al mar y su abismo.
El cadáver de Serhiy Pavlenko fue hallado a 200 metros mar adentro del Cabo Finisterre, en una soleada mañana de junio. Según los testigos, el hombre ucraniano habría alcanzado las inmediaciones del Cabo una semana antes, coincidiendo con la llegada de un frente inusitadamente persistente para esa época del año. Su cara era fiel reflejo de un profundo estado de desconsuelo y desesperación. Repetía, con una voz entrecortada por el llanto, que podría llegar a soportar quedarse lejos del Sol, pero que al menos necesitaba verlo cada día, perdiéndose en el horizonte; aunque fuera en la distancia, precisaba la imagen del Sol para sobrevivir. Cuando las lluvias cesaron y las nubes se desvanecieron del cielo, Serhiy volvió a ver el Sol, y comenzó a anunciar, extremadamente emocionado, que era el más bello anochecer que jamás había contemplado. Ya no había más obstáculos entre él y el Sol, parecía tenerlo, por fin, al alcance de su mano. Pero quiso tenerlo aún más cerca, y caminó hacia delante, en su estado de ensimismamiento, sin escuchar las advertencias de quienes presenciaban la escena. Quería seguir caminando hacia el Sol, pero ya no había camino para recorrer. Su sonrisa no se desvaneció de su rostro mientras se precipitaba al vacío, y aquellos que lo vieron por última vez antes de que se perdiese entre las olas afirmaron que en sus ojos se podía leer la felicidad y la tranquilidad que había hallado en el final de su vida. Sin otra familia conocida más que la ilusión de encontrase cerca del Sol, una extraña ilusión que lo había acompañado en su última etapa, Serhiy, a petición de los testigos de su final, no fue repatriado. Sus cenizas fueron esparcidas sobre el mar, con la esperanza de que, entre el viento y las aguas, lograse finalmente cumplir su sueño y pudiera descansar, eternamente, bajo el cálido manto del Sol.

Crónica de un viaje relámpago a Madrid

domingo, 9 de marzo de 2008
Después de una semana agotadora, repleta de exámenes y trabajos, por fin llegaba el fin de semana, en teoría para descansar. Sin embargo, a Sara, a María y a mí nos esperaba un sábado frenético, con un viaje a Madrid de apenas 24 horas. Hace unas tres semanas, comenzamos a pensar que por qué no viajábamos más por nuestra propia iniciativa, que podíamos ir en un fin de semana a alguna parte. Entonces, encontramos unos billetes asequibles de ida y vuelta a Madrid, y decidimos cogerlos, a pesar de que contaban con un pequeño inconveniente que por el cansancio acumulado ha resultado ser más grande de lo esperado: tener que pasar en el aeropuerto toda la noche del sábado al domingo.

Después de haber dormido no más de cuatro horas, llegamos al aeropuerto de Santiago poco antes de las seis. El avión despegó a las siete y veinte, y una hora más tarde habíamos llegado a la terminal 4 de Barajas, de la que ya tendríamos tiempo a cansarnos por la noche.

La primera visita de la mañana fue el Museo del Prado, donde tuvimos que decantarnos por ver las obras de los pintores más relevantes debido a la apretada agenda que habíamos diseñado para ayer. Después fuimos al museo Thyssen, en el que, a pesar de todas las veces que fui a Madrid, nunca había estado, y me he dado cuenta de lo que me había estado perdiendo hasta ahora, porque vi cuadros que me encantaron, como éste, Localización de móviles gráficos I, de Frantisek Kupka, o algunos de Marc Chagall o André Derain. Para mí, fue lo mejor del viaje. Además del museo, fuimos a la exposición de Modigliani que se encontraba en el mismo edificio.

Por la tarde visitamos el Museo Reina Sofía, en el que no nos detuvimos demasiado, básicamente por el cansancio de llevar tantas horas caminando y de ver tantos cuadros en tan poco tiempo, por lo que llega un momento en el que se dejan de apreciar. De aquí lo que más me gustó fueron los cuadros del surrealismo. Después fuimos al Museo de Cera, donde nos hizo ilusión ver figuras de personajes que habíamos estudiado en historia, sobre todo los reyes y presidentes de la España contemporánea, y también algunos de los grandes literatos del siglo XX.

A continuación fuimos a la exposición "Bodies", gran idea de Sara, que no sé cómo pudo convencernos para que fuésemos allí. Yo casi no podía mirar esos cadáveres, no entiendo cómo puede haber gente que disfrute viendo eso, me parece una total falta de sensibilidad. Lo peor eran los fetos que se mostraban, y algunos cuerpos cortados como si fueran lonchas de fiambre. Realmente era un espectáculo macabro, por el que aun encima tuvimos que pagar 20 euros y hacer una cola de hora y media.

Ya de noche, fuimos a la Puerta del Sol y anduvimos por la Gran Vía, intentando retrasar el inevitable regreso al aeropuerto. Llegamos allí a las once, por lo que nos aguardaban más de ocho horas de interminable espera. Además, los bancos, en su afán de guardar una estética acorde con el moderno diseño de la terminal, eran totalmente de metal, con unos afilados reposabrazos entre cada asiento, por lo que no invitaban al sueño. Pero al final sí que acabamos durmiendo algo las tres, el cansancio era tan grande que incluso pudo vencer la incomodidad de los bancos.

Finalmente, la hora de volver llegó, y a las ocho menos diez el avión despegaba hacia Santiago. Llegamos cansadas, claro, pero realmente el viaje había merecido la pena. Ya hemos pensado en repetir dentro de unos meses una experiencia de este estilo yendo a otro lugar pero, eso sí, sin escatimar gastos en un hotel donde poder pasar la noche.

All I need, Radiohead

miércoles, 5 de marzo de 2008
All I need pertenece al último disco de Radiohead, In rainbows (2007), y es una de las canciones que más me gustan del disco, aunque, realmente, hablar de eso puede resultar una obviedad, si se tiene en cuenta que hay pocas canciones que no me gusten de este grupo. Sin embargo, como en las letras no me fijo siempre, no había reparado en ésta hasta hoy, y creo que se adecúa bastante a lo que me gustaría escribir ahora pero que no tengo ni tiempo ni ganas para hacerlo.



I'm the next act
Waiting in the wings

I'm an animal
Trapped in your hot car

I am all the days
That you choose to ignore

You are all I need
You are all I need
I'm in the middle of your picture
Lying in the reeds

I'm a moth
Who just wants to share your light

I'm just an insect
Trying to get out of the night

I only stick with you
Because there are no others

You are all I need
You're all I need
I'm in the middle your picture
Lying in the reeds

It's all wrong
It's all right
It's all wrong

Shooting star, Air Traffic

sábado, 1 de marzo de 2008


Pretty if the sun won’t shine
I’ll be coming out to meet you
I’ll be there to make you mine

You’re pretty if the rain will pour
I’ll be knocking at your window
I’ll be begging you for more

It is as if you’ve come along too soon
and I’m trying to fit you in
but I can’t seem to follow

You’re a cutie if it all falls through
We can piece it back together
I can learn to trust you too

You’re just too good to lose
and I can’t refuse
so don’t make me choose
between the two
I’m fed up in here
in my atmosphere
Don’t you know who you are
You’re my shooting star

Your pretty teach me wrong from right
’cause in love there are no answers
and in life there is no lie
You’re pretty if the sun won’t shine
Now you’ve come this far to meet me
and I know, I know you’re mine

You’re just too good to lose
and I can’t refuse
so don’t make me choose
between the two
I’m fed up in here
in my atmosphere
Don’t you know who you are
You’re my shooting star

Don’t you know who you are
You’re my shooting star