[los días lejanos], Mizuhara Shûôshi

viernes, 30 de julio de 2010



los días lejanos,
más lejanos aún
bajo este sol...




Mizuhara Shûôshi



José María Bermejo (ed.), Instantes. Nueva antología del haiku japonés, Hiperión, Madrid, 2009, página 217.

[todo es efímero...], Shoshun

martes, 27 de julio de 2010


todo es efímero:
ayer se abrían las flores,
hoy, sólo el viento
Shoshun



José María Bermejo (ed.), Instantes. Nueva antología del haiku japonés, Hiperión, Madrid, 2009, p. 32.

[El silencio cae...], Roberto Juarroz

jueves, 22 de julio de 2010

El silencio cae de los árboles
como frutos blancos,
madurados bajo la piel de otra luz.
El silencio se va amontonando sobre el suelo
y termina por borrar el camino.
El silencio borra todos los caminos,
como la noche o la nieve.

Desaparecen así el comienzo y el fin,
la partida y la llegada,
que se confunden en una sola mancha.

Bajo el silencio
se igualan todos los extremos.

Roberto Juarroz



Marta Ferrari (ed.), La poesía del siglo XX en Argentina, Visor, Madrid, 2010, página 214.

Un sol, Edgar Bayley

martes, 20 de julio de 2010

UN SOL

No hay una naranja perfectamente redonda
No hay un día perfecto
Hay un sol para los que han peleado
contra las sombras
sin rendirse jamás
de noche
de día
a orillas del lago
bajo el sicomoro y el sauce
entre las rocas y las anémonas
Para ellos hay ­—habrá­— un sol
porque han peleado contra las sombras
contra su propia oscuridad
su turbia lámpara
su ignorante desgano
Para ellos

habrá un sol
pero no hay
no habrá nunca un día perfecto
un naranja perfectamente redonda.

Edgar Bayley


Marta Ferrari (ed.), La poesía del siglo XX en Argentina, Visor, Madrid, 2010, p. 131.

[Te echo tanto de menos...], Laura Rosal

lunes, 19 de julio de 2010

Te echo tanto de menos que te juro
que trenzaría el llanto de los pájaros
si aparecieras a mi lado.



Laura Rosal, También mis ojos, El Cangrejo Pistolero, Sevilla, 2010.

[Lo último en secarse...], Rafael Pérez Estrada

sábado, 17 de julio de 2010
Lo último en secarse de la rosa fue la sombra. Durante al menos tres semanas la vimos inhiesta, arrogante y absurda como si no quisiera enterarse de que ya era huérfana de cuerpo floral. Al fin, también cedió la sombra, y los pétalos al caer sonaron a imposible sobre el mármol brillante del salón. Sólo el olor a rosa, mezclado al de humedad y olvido, quedó para siempre allí donde la sombra de la rosa reposó la cabeza en la pared.



Rafael Pérez Estrada, Antología de breve ficción, Berenice, Córdoba, 2010, página 184.

El periodismo, Jorge Calvetti

viernes, 16 de julio de 2010
EL PERIODISMO

Todos, estoy seguro,
se conmovieron en algún momento,
al leer el diario, ayer.
En todas partes, aquí, en el otro mundo
ocurrieron cosas importantes:
un principio de acuerdo
entre la India y Pakistán;
la huelga de los mineros en Malargüe,
ese preso torturado
que no delató a nadie.
El diario, ayer,
latía con el pulso del mundo
y ahora lo veo envolviendo fruta,
arrugado, en el suelo,
constelado por manchas de pintura
donde están pintando,
cubriendo el pecho de un borracho
dormido en un zaguán.
El viento lo lleva por todos los rincones
y allá se van
imágenes del mundo, hechos,
caras posibles de la entrevista Realidad.
Y con ellas, volando hacia la nada,
nuestros pobres, ateridos destinos.
Jorge Calvetti



Marta Ferrari (ed.), La poesía del siglo XX en Argentina, Visor, Madrid, 2010, página 98.

El futuro, Sławomir Mrożek

miércoles, 14 de julio de 2010
EL FUTURO

El futuro es un enigma, pero ¿para qué están los augurios? Los antiguos vaticinaban por el vuelo de las aves y de este modo llegaban a saber lo que les esperaba. Incluso yo mismo puedo vaticinar mi futuro.

Fui al parque, donde pájaros no faltan. Algunos volaban, otros estaban posados en los árboles, otros merodeaban por el césped. A mi me interesaban sólo los voladores.

Alcé la cabeza y empecé a observarlos. No llevaba esperando mucho cuando sentí en la calva un ¡plaf! y mi futuro se me hizo simbólicamente claro.

He averiguado una sola cosa acerca del futuro: no vaticinar nunca por el vuelo de las aves sin un buen sombrero.




Sławomir Mrożek, La mosca, Acantilado, Barcelona, 2005, página 86.

El poeta y la traumatóloga, Luis Alberto de Cuenca

EL POETA Y LA TRAUMATÓLOGA

a Álvaro García

Lánguidamente, apasionadamente
(dentro de lo que cabe), se le iban
los ojos a escrutar el intersticio
que separaba las convexidades
de aquella deliciosa traumatóloga.
Él se había caído en la bañera
de forma aparatosa, golpeándose
con profusión en codos y rodillas,
y tenía equimosis en el cuerpo
para dar y tomar, lívidas manchas
que evocaban figuras espectrales.
Ella estaba escribiendo unas recetas
con antiinflamatorios y analgésicos
de todos los colores, y su pecho
se hinchaba y deshinchaba con el ritmo
de su respiración, y aquello era
el mayor espectáculo del mundo
(con permiso de Cecil B. DeMille).
Finalmente lo dijo, sin fisuras
(salvo las de sus huesos), sin ambages,
sin circunloquios, sin afectaciones:
“¿Quieres viajar conmigo al paraíso
cuando me ponga bueno?” “¿Dónde está
ese lugar? ¿Hay que cruzar el charco
para llegar allí? ¿Queda muy lejos?”,
contestó ella, indiferente a todo.
Y siguió rellenando sus recetas.




Luis Alberto de Cuenca, El reino blanco, Visor, Madrid, 2010, página 104.

La precaución, Sławomir Mrożek

lunes, 12 de julio de 2010
LA PRECAUCIÓN

No me gusta marcharme el último. Por eso siempre estoy pendiente de cuántos vamos quedando en la barra. Cuando veo que sólo dos, me vuelvo a casa. La tristeza de un bar solitario después de medianoche se la dejo a otro.
Acababa de marcharse el tercer cliente y, aparte de mí, sólo quedaba ya un gordo.
Entregué un billete al camarero.
­—No tengo cambio ­—me dijo­—. ¿No tiene usted para cambiarme? ­—se dirigió al gordo.
Éste no contestó.
­—Está borracho ­—le dije al camarero.
­—Me parece que es algo peor que eso ­—dijo el camarero observando al gordo­—. Creo que está muerto, habrá que llamar a un médico.
Desde entonces me marcho cuando en la barra quedamos tres.
Toda precaución es poca.



Sławomir Mrożek, La mosca, Acantilado, Barcelona, 2005, página 112.