[El Hospital General...], Charles Bukowski

miércoles, 28 de septiembre de 2011
Enfermera de pueblo, Richard Prince


El Hospital General del Condado de Los Angeles supo de algún modo lo de mi padre y la señorita Ackermann me dijo un día:
—Henry, ésta es tu última sesión de tratamiento. Te echaré de menos.
—Venga, no te engañes —dije—, no digas tonterías. ¡Vas a echarme de menos tanto como yo a esa aguja eléctrica!
Pero aquel día se comportaba de modo extraño. Sus ojos estaban acuosos y oí cómo se sonaba la nariz.
Una de las enfermeras le preguntó:
—Vaya, Janice, ¿qué te pasa?
—Nada, estoy perfectamente.
Pobre señorita Ackermann. Yo tenía 15 años y estaba cubierto de granos, enamorado de ella y ninguno de los dos podíamos hacer nada.
—Muy bien —dijo ella—, ésta va a ser tu última sesión de rayos ultravioletas. Túmbate sobre el estómago.
—Por fin sé cuál es tu nombre —le dije—. Janice. Es un nombre bonito. Igual que tú.
—Oh, cállate —dijo ella.
La volví a ver cuando sonó el primer aviso del aparato. Me di la vuelta, Janice reajustó el aparato y salió de la habitación. Jamás volví a verla.


Charles Bukowski, La senda del perdedor, Anagrama, Barcelona, 1987 (1982), pp. 146-147.

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