Monos III, José Sánchez Pedrosa

martes, 20 de septiembre de 2011
Un gran circo, H. David Homan

MONOS III

El Gran Circo Italiano llega a Vigo. Planta su carpa en la explanada de la playa de Samil y pega carteles por toda la ciudad para animar a la gente a acudir a la primera función. Llevan tres años de gira por Europa. Es un circo de prestigio y el lleno está asegurado.
Después de dos horas y media de trapecistas, payasos, equilibristas, domadores de fieras y contorsionistas, cuando los niños no pueden soportar ya más emociones, se apagan las luces y el redoble de tambor anuncia un número especial. La dirección del Gran Circo Italiano sabe que tiene éxito y lo deja para el final. Calla el tambor, hay un estallido y mientras suena una alegre fanfarria sale a la pista, en medio de una nube de humo, un enano que lleva agarrado de cada mano un chimpancé. Los tres van vestidos de futbolistas. En cada ciudad visten la camiseta del equipo local y el público se viene abajo. Aquí, en Vigo, sale el enano y suelta a los dos chimpancés, que se pasean por la arena dando volteretas y señalando hacia atrás con los puños cerrados y los pulgares extendidos el número y el nombre impreso en la camiseta del... Deportivo de La Coruña.
Los gritos del público, de sorpresa al principio, son ahora de odio e indignación. Consideran una afrenta que se venga a su ciudad a pasear en el uniforme del equipo rival y comienzan a insultarlos y a tirarles los botes de sus refrescos. Algunos padres arrancan las sillas y las arrojan también a la pista. El enano hace mutis corriendo, pero los chimpancés siguen su función tal y como han sido amaestrados. Ahora suben hacia las gradas para darles besos a los niños mientras los fotógrafos deberían hacer fotos que luego venderían a los padres. Los chimpancés se acercan a los niños, pero éstos escupen, les arrancan mechones de pelo, les pegan puñetazos, les dan patadas y les hacen jirones las camisetas. Sin embargo, como todos los días, siguen subiendo por las gradas para besar al resto del público, de modo que todo el aforo tiene ocasión de descargar su odio. Cuando llega la policía, es ya tarde para los animales.


José Sánchez Pedrosa, Contento del mundo, Ediciones del Viento, La Coruña, 2008, pp. 81-82.

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