Gato, Roberto Moso

domingo, 29 de enero de 2012
GATO

"A veces hay auténticos milagros". Bonita sentencia para escucharla en boca de un sacerdote pero no en la de un médico, como a él le acababa de ocurrir. Masticaba la horrible sentencia mientras conducía bajo una lluvia inclemente. Había exigido sinceridad brutal y desde luego, no podía quejarse al respecto. Sentía ahora su vida como una bomba de relojería con fecha de denotación imprecisa. ¿No era eso precisamente la definición misma de existencia? Pero no, para él ya no era tan imprecisa. Meses, quizás años le habían dicho, también. Inmerso en su angustia no tuvo tiempo material de esquivar a aquel inoportuno gato. Le pareció notar el momento exacto en que la cabecita del felino crujía bajo la rueda. No se bajó a mirar, como habría hecho tan sólo unas horas antes, ni siquiera aminoró la marcha, no tuvo ningún sentimiento de pena ni compasión. Sólo sintió envidia.


Ilustración: Alfonso Herrero


Roberto Moso, Polvo: Relatos liofilizados de pompas de papel, Erein, San Sebastián, 2010, p. 91.

[Del revés], Roberto Juarroz

sábado, 28 de enero de 2012
El doble secreto, René Magritte


El hombre se ha vuelto del revés.
Convendría por eso
que usara el sombrero al revés,
los guantes, la camisa
y sobre todo el corazón al revés.

Y también convendría
que diera vuelta las palabras,
las miradas que se desflecan en el viento,
la historia de sus pálidos días,
las puertas del silencio,
el símil de pensar con que se yergue
y la inconducta terca de su muerte.

Y cuando esté todo al revés
volver a darlo vuelta del revés,
para ver si allí encuentra su figura,
la figura de hombre que jamás encontró.

Porque el revés del revés no es el derecho,
esa mísera imagen que tampoco nos sirve.


Roberto Juarroz, Duodécima poesía vertical, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1991.

[No hago nada esta noche...], Roger Wolfe

miércoles, 25 de enero de 2012
La ventana, Rufino Tamayo


No hago nada esta noche.
Fumo y miro por la ventana.
Puede que más tarde me tome otra pastilla.
Voy a seguir un rato aquí.
Tengo tiempo. Tengo todo el tiempo del mundo.
En realidad todos tenemos todo el tiempo del mundo.
Por eso lo tiramos diariamente a la basura.
Lo que importa lo tiramos siempre a la basura.
No hemos venido al mundo a hacer cosas que importen. Hemos venido a hacer el tonto.
Es lo que mejor sabemos hacer.
Luego nos dicen que nos vamos a morir y no se nos ocurre otra cosa que preguntar: «¿Por qué yo?».
La respuesta es: «¿Y por qué no, gilipollas? ¿Qué has hecho tú que justifique alargar tu vida?».


Roger Wolfe, en El hombre solitario, 19 de noviembre de 2011.

Old ideas - Leonard Cohen (2012)

lunes, 23 de enero de 2012

Leonard Cohen - Old ideas (2012)
MP3 320 kbps | 41:30 min | 90.54 MB


01. Going Home
02. Amen
03. Show Me the Place
04. The Darkness
05. Anyhow
06. Crazy to Love You
07. Come Healing
08. Banjo
09. Lullaby
10. Different Sides

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[No revelar lo prohibido...], Czesław Miłosz

sábado, 21 de enero de 2012


No revelar lo prohibido. Mantener el secreto.
Porque lo revelado perjudica a la gente.
Como en la infancia la habitación que da miedo
y que no nos está permitido abrir.
¿Y qué habría encontrado en esa habitación?
Algo diferente entonces, algo diferente ahora
que soy viejo y descrito tantas veces
lo que ven los ojos.
Hasta que he llegado a aprender que lo más indicado
es callar.


Czesław Miłosz, Tierra inalcanzable, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011, p. 399.

[Cerrar los ojos...], Belén Gopegui

viernes, 20 de enero de 2012
Habitación junto al mar, Edward Hopper


Cerrar los ojos, inclinar el cuello hacia la oreja aterciopelada de un sillón y descansar. Apaciguarse. Huir, pero no por un torbellino de kilómetros y hoteles, ni tampoco juntarse en una ceremonia de bares y cervezas para trasvasarle mi cansancio a otro. Huir, pero no a mi apartamento durante un lapso de tiempo necesariamente vulnerable a las obsesiones, al pasado y sus fantasmas. Firmar una tregua, despertar a un intermedio durante el cual no hubiese anuncios ni palomitas, que no sucediera en parte alguna: ni el bar, ni en la calle, ni en el metro: un entreacto desviado del curso de las cosas. Huir. Descansar en un cuarto fuera de este mundo.


Belén Gopegui, La escala de los mapas, Anagrama, Barcelona, 2009 (1993), pp. 51-52.

[Los teléfonos...], Justo Navarro

jueves, 19 de enero de 2012
Estadio, México D.F., 1927, Tina Modotti


Los teléfonos son enigmáticos y amenazadores. Mucha gente ha recibido a las ocho de la mañana una llamada telefónica que anunciaba una muerte: el teléfono es una ruleta rusa, aunque el muerto no sea el que recibe el disparo, la llamada telefónica (pero me acuerdo de una película en la que el Doctor Mabuse asesinaba demoliendo cerebros con un zumbido que transmitía a través del hilo telefónico). Yo mismo podría hablar de cómo un día de 1976 me llamaron por teléfono a las ocho de la mañana, exactamente tres años antes y tres meses después de que, a la misma hora que me llamaron a mí, llamaran a Paul Auster. Prefiero hablar de otra cosa. La única vez que Paul Auster consiguió que su padre lo llevara al fútbol (a Paul Auster lo llevaban al fútbol americano, a mí me llevaban al fútbol) jugaban los Giants contra los Cardinals de Chicago en el estadio de los Yankees o en el Club de Polo: Auster no recuerda bien este detalle. Pero recuerda perfectamente que, poco antes de que acabara el partido, su padre decidió que había que irse ya para evitar los atascos de tráfico. Y se fueron antes de que acabara el partido, y el joven Paul Auster oyó desesperado cómo se alejaban los gritos de la multitud conforme bajaba las rampas de cemento del estadio. Conozco la sensación de Paul Auster cuando salía del estadio. Yo la conocí acercándome al estadio y entrando en el estadio de fútbol: la única vez que yo conseguí que mi padre me llevara al fútbol jugaban el Granada y el Huelva un partido de la Copa del Generalísimo en el estadio de Los Cármenes. Me acuerdo de que el Granada perdió 1-2, después de adelantarse en el marcador (somos las palabras de otro: repito exactamente las palabras de otro, las palabras que los locutores pronuncian en la radio: después de adelantarse en el marcador). No vi el partido entero: llegué con mi padre al estadio cuando terminaba el primer tiempo. No sé qué cosas había tenido que hacer mi padre antes del partido, pero sé cómo me desesperaba mientras pasaban los minutos, llegaba la hora del partido, pasaba la hora del comienzo del partido: llegamos al estadio cuando terminaba el primer tiempo. Paul Auster recuerda su desesperación al salir del estadio; yo recuerdo mi desesperación antes de salir hacia el estadio, camino del estadio y entrando en el estadio. Quizá una clasificación de los tipos de padre debería incluir estos dos tipos: a) padres que deciden irse del estadio antes de que termine el partido; b) padres que llegan al estadio mucho después de que empiece el partido. (No recordamos a nuestro padre, recordamos la mirada con que nos miraba nuestro padre. [Otra vez repito exactamente las palabras de otro: un filósofo esta vez, no un locutor de radio.])



Paul Auster, El cuaderno rojo, Anagrama, Barcelona, 1994, pp. 10-13.

[Viento], Friedrich Nietzsche

lunes, 16 de enero de 2012
Viento negro, Hiroaki Koshiba



¡Mas de qué sirven todos los fuelles del mundo! Al final lo que sale es viento.



Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid, 2009, p. 352.

Lo que fue grande, Czesław Miłosz

sábado, 14 de enero de 2012

LO QUE FUE GRANDE
A Aleksander y Ola Wat


Lo que fue grande, ahora resulta pequeño.
Los reinos empalidecieron como bronce nevado.

Lo que nos hería, ya dejó de herirnos.
Tierras celestes giran y brillan.

A la orilla del río, tendido en la hierba,
Lanzo barquitas de corteza como antaño.



Czesław Miłosz, Tierra inalcanzable, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011, p. 131.

Problemas con la correspondencia, Federico Fuertes Guzmán

jueves, 5 de enero de 2012
Pistola con una mano #1, Vija Celmins


PROBLEMAS CON LA CORRESPONDENCIA

—¡Papá! ¡Mamá! ¡Me han traído la pistola!
Por probarla en algún sitio, el niño dispara sobre las cabezas de sus progenitores.
Cada uno a su estilo, caen muertos sobre la desordenada colcha.
Y es que nadie avisó a los Reyes Magos de que la pistola tenía que ser de juguete.



Federico Fuertes Guzmán, Los 400 golpes, e.d.a., Benalmádena, 2008, p. 113.

Pájaros prohibidos, Eduardo Galeano

martes, 3 de enero de 2012
Paisaje con pájaros, Paul Klee


PÁJAROS PROHIBIDOS
Libertad, 1976

Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:
—¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar:
—Ssshhhh.
Y en secreto le explica:
—Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.


Eduardo Galeano, Memoria del fuego 3: El siglo del viento, Siglo XXI, Madrid, 2005 (1986), p. 280.

[Bramó tres veces...], Yosa Buson

domingo, 1 de enero de 2012



Bramó tres veces.
Y no se lo oyó más
al ciervo en la lluvia.


Yosa Buson


Ciervas en la lluvia, Valerie Hutchin