[Complot de la memoria], Emilio Pedro Gómez

domingo, 29 de noviembre de 2015
La ventana, René Magritte


Lo que en su inercia elige
                                           la mirada
y abandona después sin despedirse
ni adueñarse de su fugacidad.

No ve el fuera de campo,
el argumento oblicuo de los días,
qué conoce la mano
                                en lo incompleto
con que el azar la roza.

Si gira el ojo
                        se desanda
a recuerdos lisiados.
Complot de la memoria:
                                        no desvela
lo que pudimos ver.



Emilio Pedro Gómez, Motivos de horizonte, Enkuadres, Valencia, 2015, p. 55.
  

Buhardillas, Verónica Aranda

sábado, 28 de noviembre de 2015
La buhardilla, Edward Weston


BUHARDILLAS

Era el deseo y sus superlativos,
las pensiones modestas con colchas de ganchillo
que daban a los patios interiores.

Y después la locura con sus cercos
y sus paseos tristes de Sabbath.
Cada cuerpo encerraba
la memoria del tacto,
una forma distinta de poema.

Nos amamos, fue hermoso
el viento de noviembre en las buhardillas
antes de que llegaran los silencios.


Verónica Aranda, Café Hafa, El Sastre de Apollinaire, Madrid, 2015, p. 78.
 

[Prestado siempre...], Chantal Maillard

viernes, 27 de noviembre de 2015
Haruka Saitō

Prestado siempre el equi­lib­rio.
(El) hilo o cable tenso por encima
nunca col­mado del abismo.

Vieja metá­fora el abismo,
servi­ble aún.
                    Ten­sar la cuerda pues.
Sólo eso
al levantarse.


Chantal Maillard, La herida en la lengua, Tusquets, Barcelona, 2015, p. 17.
  
 

[Una botella...], Carlos Skliar

miércoles, 25 de noviembre de 2015
Emil Nolde


   Una botella llega a la orilla, pero sin mensaje dentro. A veces es necesario abrir la espera y no pedirle nada al tiempo. Y que alguien nos ayude a callarnos, dejando que la botella vacía continúe su destino de silencio.


Carlos Skliar, Hablar con desconocidos, Candaya, Barcelona, 2014, p. 109.

[De manera continua una pérdida], Jonathan Crary

lunes, 23 de noviembre de 2015
 Silencio blanco, Pavel Tereshkovets

   Debido a que se crea de manera continua una pérdida, hay una memoria atrofiada que deja de reconocerla como tal. La narrativa de nuestra vida personal cambia en su composición fundamental. En lugar de una secuencia estereotipada de lugares y acontecimientos relacionados con la familia, el trabajo y las relaciones, el hilo conductor de la historia de vida está constituido ahora por los productos electrónicos y los servicios mediáticos a través de los cuales toda la experiencia resulta filtrada, grabada o construida. 
   […] Las actividades de la vida real que no tienen un correlato en internet empiezan a atrofiarse o dejan de ser relevantes. Hay una asimetría insuperable que degrada cualquier acontecimiento o intercambio local. Debido a la infinidad de contenidos accesibles 24/7, siempre habrá algo online más informativo, más sorprendente, más divertido, más impresionante que cualquier cosa en las circunstancias reales inmediatas. Hoy es un hecho que la disponibilidad ilimitada de información o de imágenes puede sobrepasar o anular cualquier comunicación o exploración de ideas a escala humana.


Jonathan Crary, 24/7: capitalismo tardio y el fin del sueño, Ariel, Madrid, 2015, pp. 67-68.
 

[El párpado es...], Marta Sanz

domingo, 22 de noviembre de 2015
La niña enferma II, Edvard Munch


El párpado es
en el fondo
tan delgado
que toda luz
lo traspasa.

Y también la oscuridad.



Marta Sanz, Cíngulo y estrella. Cancionero, Bartleby, Madrid, 2015.

[Uno lee como ama...], Christian Bobin

viernes, 20 de noviembre de 2015
Ola de silencio, Cheong Tuck Wai


«Uno lee como ama, uno entra en la lectura como se enamora: por esperanza, por impaciencia. Bajo el efecto de un deseo, bajo el invencible error de ese deseo: conciliar el sueño en un único cuerpo, tocar el silencio con una sola frase.»


Christian Bobin, Un simple vestido de fiesta, Árdora, Madrid, 2011, p. 90.
 

lo imposible, Isabel Bono

miércoles, 18 de noviembre de 2015


lo imposible

   Nadie puede memorizar la luz cuando avanza entre los árboles.


Isabel Bono, Hielo seco, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015, p. 31.

Cero, Ernesto Frattarola

martes, 17 de noviembre de 2015

CERO

Frío.

En la piel de mis codos,
en la mano de quien me da la mano.
En la voz de mis pasos
vive el frío.

Hoy hay hielo en los bordes de mi boca.

Hoy es el viento de arrancar raíces,
hoy es el frío de dormir con quién.

El día de saber que saber entumece.

El punzón de la escarcha.
El minuto del no.

Lo mismo da estar dentro que fuera:
el frío es esa puerta que no existe.



Ernesto Frattarola, Uno, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015, p. 42.

Palabra de muerte

lunes, 16 de noviembre de 2015
Bertioga, Marcos Simanovic

PALABRA DE MUERTE
   
   Después de hacerlo prisionero en el sótano, mató al invitado. A pesar del acuerdo, del refugio incondicional que le había prometido. Las muertes incontables, tantos crímenes y huidas, parecían difuminarse bajo el peso de aquel cuerpo inerte. Su promesa, por qué tuvo que hacerla. Tal vez, demasiado poeta para tratarse de un asesino: en los ojos de sus infinitos niños de probeta sólo buscaba abrazar el mar.
    Le concedió el océano, la voluntad de perderse en un baño último. Y aun así Wolfram Bossert no tembló al dar muerte a aquel huésped con el que había entablado tan honda amistad.
   En las aguas calmas de una playa brasileña, dejaría hundirse aquel cadáver.
   Ya inofensivo, como un triste ángel.
   Como el gemelo imposible de Mengele.


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Microrrelato finalista en el V Concurso de La Microbiblioteca correspondiente al mes de octubre, junto a los textos de Sergio Astorga, Pedro Herrero Amorós, Josefina Maymó i Puig y Mónica María Brasca. El ganador ha sido Rafa Heredero García.

Mírame, Elena Sanjuanbenito

domingo, 15 de noviembre de 2015


MÍRAME

   ¿Recuerdas aquella época? ¿La de mis vértigos?
   ¡Qué mareo! La inestabilidad, la confusión, esa sensación constante de ir a caerme y todo dándome vueltas.
   Los médicos revisaron mi organismo a fondo, pero no encontraron ninguna explicación. El oído bien, las cervicales sanas, ningún tumor, ningún virus, nada. Los nervios, dijeron.
   No hubo tratamiento ni tampoco mejoría. Fue pasando el tiempo.
   Hasta que un día, de pronto, volviste a mirarme y entonces el mundo dejó de girar.


Elena Sanjuanbenito, Razones para ir a Arkansas, ESjB, Granada, 2014, p. 14.
 

[Tan poca memoria], Jerôme Ferrari

sábado, 14 de noviembre de 2015
Réquiem III, Aida Pascual


   Acuérdese, mon capitaine, es una lección brutal, eterna y brutal, el mundo es viejo, es tan viejo, mon capitaine, y los hombres tienen tan poca memoria. Lo que se ha representado en su vida ha sido ya representado en escenarios similares, un número incalculable de veces, y el milenio que se avecina no propondrá nada nuevo. No es ningún secreto. Tenemos tan poca memoria. Desaparecemos como generaciones de hormigas y todo ha de empezar de nuevo. El mundo es un pedagogo mediocre, mon capitaine, no sabe más que repetir indefinidamente las mismas cosas y somos escolares renuentes, mientras la lección no se haya inscrito dolorosamente en nuestra carne, no escuchamos, miramos para otro lado y nos indignamos ruidosamente en cuanto se nos llama al orden.


Jerôme Ferrari, Donde dejé mi alma, Demipage, Madrid, 2013, p. 26.
 

[La infinidad de puntos], Daniel Tammet

miércoles, 11 de noviembre de 2015
 Andrómeda, Anselm Kiefer


   Mi padre había preparado pollo asado con guarnición de patatas, zanahorias y guisantes, que comimos mientras el bibliotecario hablaba. Todas las miradas estaban clavadas en él. Habló sobre el tiempo, sobre la política local y sobre todas las bobadas que emitían sin cesar por televisión. A su lado, su mujer comía lentamente, con una sola mano, mientras la otra tironeaba suavemente su fino cabello negro. En un momento del monólogo de su marido le dio unos golpecitos en la mano que él mantenía firmemente apretada.
   —¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
   —Nada.
   Rápidamente devolvió el tenedor al plato. Parecía a punto de romper a llorar.
   Nada duchos en el arte de la hospitalidad, mi madre y mi padre se miraron impotentes. Enseguida recogieron los platos y empezaron a servir las copas de helado. El ambiente en el comedor era gélido.
   Pensé entonces en la infinidad de puntos que pueden dividir el espacio entre dos corazones humanos.


Daniel Tammet, La poesía de los números, Blackie Books, Barcelona, 2015, pp. 26-27.
 

Monelos, Manuel Rivas

martes, 10 de noviembre de 2015
Árboles, Stanley Donwood


MONELOS

As árbores somnánbulas
Buscan na noite
O río desaparecido


Manuel Rivas, A boca da terra, Xerais, Vigo, 2015.


[Las zonas perdidas], Christian Bobin

viernes, 6 de noviembre de 2015
 Chema Madoz


   En un libro policiaco, de pronto, unas páginas superfluas para la narración: unas consideraciones divertidas sobre la pintura de los impresionistas. Ese es el tipo de milagro que yo busco en los libros —las digresiones, las zonas perdidas, los eriales. Si esas páginas sobre la pintura hubieran figurado en un libro de arte, me habrían gustado menos. Como si la novela policiaca hubiera sacrificado todo para continuar su relato. Pero no: en pleno centro del desastre, uno se para, enciende un cigarrillo y habla de la luz de los cerezos en flor.
   El arte de la conversación es el arte mayor. Los que gustan brillar en él no entienden nada. Hablar de verdad, es amar, y amar de verdad, no es brillar, es arder.


Christian Bobin, Autorretrato con radiador, Árdora, Madrid, 2006, p. 45.
 

[qué ala del decir...], Emilio Pedro Gómez

jueves, 5 de noviembre de 2015
Diálogo, Rudolf Bonvie


qué ala del decir
reverbera en las cosas

qué vagina
un templo del lenguaje

qué labios
en el viento de las preposiciones...

¿cómo escribir el tiempo
si no cesan de huir
las grietas que ha dejado?


Emilio Pedro Gómez, Motivos de horizonte, Enkuadres, Valencia, 2015, p. 38.

Epitafio

miércoles, 4 de noviembre de 2015
Tumba, Martyn Ravensdale

EPITAFIO

    Aquellas señales que grababas en los árboles, ¿te acuerdas? Desde niño te gustaron los códigos. Fuimos creciendo, y yo quise aprender morse, o cirílico, si aquello me acercaba a ti. Si era el modo en que quizá un día descifraría tu piel, en que quizá deletrearía tus ojos.
    Descodifiqué mi deseo, y tu balbuceo, tu espalda, fueron una respuesta que no busqué traducir. Sólo la herida. La necesidad de un idioma sin ti en que repararme. Me aferré a la amistad como única interpretación entre nosotros, aunque siguieras siendo ese ideograma que podría leer siempre sin cansarme.
    Te fuiste, me fui: dos adultos que se bifurcan como tantos. Aunque no tu recuerdo: todavía aprendí que el eco es el alma de un bosque, que una séptima te convoca en puntos suspensivos. Tú me entenderías. Ojalá pudieras aún hacerlo.
    Ahora, al cobijo de un ciprés, la lluvia es una ‘O’ que se me clava. Raya, raya, raya. Adónde envío esta señal de emergencia. Cómo se codifica el dolor tallado en un silencio.
    Ahora, que descubro este relieve. Braille. Así que ahora me lo dices. Como una caricia tuya, al fin. Pero el mármol, tan frío. Y este tiempo tan tarde.
 

[En Esta noche te cuento.]